*No despierten a la madre

*(english version at the end)



La hora siguiente al nacimiento
La hora siguiente al nacimiento es, sin duda, una de las fases más críticas en la vida de los seres humanos. No es por casualidad que todos los grupos humanos han molestado de forma rutinaria los procesos fisiológicos durante este corto período de tiempo a través de rituales y creencias. Nuestros entornos culturales están determinados en gran medida desde el principio de la interacción madre-recién nacido.
La primera hora siguiente al nacimiento puede ser vista desde multitud de perspectivas complementarias. Mi objetivo es catalogar doce perspectivas para demostrar la dimensión real de este tema tan complejo. Perspectiva 1: Necesidad repentina de respirar
No necesitamos desarrollar esta perspectiva extensamente documentada. Se sabe muy bien que durante la primera hora después del nacimiento el bebé ha de utilizar sus pulmones de forma repentina. Esto implica, en particular, que el corazón debe bombear urgentemente la sangre para la circulación pulmonar. La condición es que las circulaciones pulmonar y sistémica se separen a través del cierre de las conexiones que hay entre ellas (ductus arteriosus y foramen oval).
Perspectiva 2 : Efectos conductuales de las hormonas
La información disponible es tan reciente que necesitamos desarrollar este aspecto. Hoy en día estamos en disposición de explicar que todas las hormonas liberadas por la madre y el feto durante la primera y la segunda fase del parto aún no se eliminan en la hora siguiente al parto. Todas ellas juegan un papel específico en la interacción madre-recién nacido. Hasta hace poco ni siquiera se sospechaban los efectos conductuales de estas hormonas. La hormona clave implicada en la fisiología del parto es sin duda la oxitocina. Sus efectos mecánicos son conocidos desde hace mucho tiempo (efectos en las contracciones uterinas para el nacimiento del bebé y la expulsión de la placenta, en las contracciones de las células mio-epiteliales del pecho para el reflejo de expulsión de la leche).
Prange y Pedersen demostraron los efectos conductuales de la oxitocina por primera vez en 1979 a través de experimentos con ratones: una inyección de oxitocina directamente en el cerebro de las hembras vírgenes inducía una conducta maternal. Este experimento sentó la base para una nueva generación de estudios. Los resultados de cientos de ellos se pueden resumir en una o dos frases: la oxitocina es la hormona típica del altruismo, y está presente en cualquiera de las facetas del amor que se quieran contemplar. Esta información resulta ser muy importante cuando uno sabe que, según los estudios suecos, es justo después del nacimiento del bebé y antes de la expulsión de la placenta cuando las mujeres tiene la capacidad de llegar a los niveles máximos de oxitocina. Igual que en cualquier otra circunstancia (por ejemplo, relaciones sexuales o lactancia) la liberación de la oxitocina es altamente dependiente de factores ambientales. Es más fácil si el sitio es muy caluroso (para que el nivel de hormonas de la familia de las adrenalinas quede lo más bajo posible). También resulta más fácil si la madre no tiene otra cosa que hacer que
mirar a los ojos del bebé y sentir el contacto con su piel sin ninguna distracción.
Nos queda un nuevo campo de investigación: el modo de la liberación de la oxitocina. Para hacer efecto, esta liberación tiene que ser pulsátil: cuanto más alta es la frecuencia, más eficiente es la hormona. La oxitocina no se libera jamás de manera aislada; siempre
forma parte de un equilibrio hormonal complejo. Éste es el motivo por el que el amor tiene tantas facetas. En el caso particular de la hora siguiente al parto, en condiciones fisiológicas, el nivel máximo de oxitocina está asociado con un nivel alto de prolactina, la cual también se conoce bajo el nombre de la hormona de la maternidad. Ésta es la situación más típica de expresar amor a los bebés. La oxitocina y la prolactina se complementan una a la otra. Además, los estrógenos activan los receptores de oxitocina y prolactina. Siempre tenemos que pensar en términos de equilibrio hormonal.
En el mismo año 1979 también se demostró la liberación maternal durante las contracciones y el parto de hormonas parecidas a la morfina. La liberación de estas endorfinas está ahora muy bien documentada. En los primeros años de los 80 nos enteramos de que el bebé también libera sus propias endorfinas durante el proceso del nacimiento, y hoy no hay duda de que durante un cierto tiempo después del parto ambos, madre y bebé, por igual, están impregnados de opiáceos. La propiedad de los opiáceos de inducir estados de dependencia es de sobra conocida, así que resulta fácil prever cómo es el desarrollo del principio de una ´dependenciaª o vinculación.
Incluso hormonas de la familia de las adrenalinas (a menudo consideradas como las hormonas de la agresividad) tienen un papel obvio en la interacción madre y bebé inmediatamente después del parto. Durante las últimas contracciones antes de nacer el bebé, estas hormonas alcanzan su nivel más alto en la madre. Este es el motivo por el cual, en condiciones fisiológicas, en cuanto empieza el reflejo de expulsión fetal, las mujeres tienden a estar erguidas, llenas de energía, con una necesidad repentina de agarrar algo o a alguien. A menudo necesitan beber un vaso de agua, exactamente como un orador lo necesita delante de una gran audiencia. Uno de los efectos de esta liberación de adrenalina es que la madre está alerta cuando el bebé ha nacido. Hay que pensar en los mamíferos en su hábitat natural y se puede entender claramente cuán ventajoso es para la madre tener suficiente energía, y agresividad, para proteger a su bebé recién nacido si hace falta. La agresividad es un aspecto del amor maternal.
También se sabe muy bien que el bebé cuenta con sus propios mecanismos para sobrevivir durante las fuertes contracciones finales del expulsivo y libera sus propias hormonas de la familia de la adrenalina. Un torrente de noradrenalina permite al feto adaptarse a la falta fisiológica de oxígeno específica de esta fase del expulsivo. El efecto visible de esta liberación hormonal es que el bebé está alerta al nacer, con los ojos bien abiertos ylas pupilas dilatadas. Las madres humanas se sienten fascinadas y encantadas con la mirada de sus recién nacidos. Es como si el bebé estuviera dando una señal, y ciertamente parece que este contacto visual humano es un aspecto importante en el comienzo de la relación madre-bebé entre los humanos.
El papel altamente complejo que juegan las hormonas de la familia de la adrenalina-noradrenalina en la interacción madre-bebé no se ha estudiado mucho. Unos pocos experimentos con animales abren el camino para investigaciones más profundas. Los ratones que no tienen el gen responsable de la producción de noradrenalina dejan a sus crías desatendidas, sucias y sin alimentar a no ser que se les inyecte un fármaco productor de noradrenalina cuando dan a luz.
Desde la perspectiva hormonal, parece claramente que la sexualidad vuelve a su punto de partida. En los distintos episodios de nuestra vida sexual se liberan las mismas hormonas y se reproducen guiones similares. Por ejemplo, durante el acto sexual, los dos compañeros, macho y hembra, liberan oxitocina y endorfinas. Es el comienzo de un vínculo afectivo que sigue el mismo patrón que el apego madre-bebé durante la hora después del parto.
Nuestros conocimientos actuales sobre los efectos conductuales de las distintas hormonas implicadas en el proceso del parto nos ayudan a interpretar el concepto de un período sensible introducido por los etólogos. Está claro que todas las hormonas liberadas por la madre y el bebé durante las contracciones y el parto no se eliminan inmediatamente. También es evidente que todas ellas juegan un papel específico en la ulterior interacción madre-bebé.
Perspectiva 3: Perspectiva etológica
Los etólogos son los que observan el comportamiento de los animales y los seres humanos. A menudo estudian un comportamiento en concreto dentro de un número de especies no relacionadas. Ellos fueron los primeros científicos en afirmar que, desde el punto de vista del vínculo entre madre y recién nacido en los pájaros y los mamíferos, hay un período corto pero crucial inmediatamente después del parto que no se va a repetir jamás. Harlow estudió concretamente el proceso de vinculación entre los primates. La importancia del enfoque etológico está surgiendo paulatinamente después del reciente descubrimiento de los efectos conductuales de las hormonas implicadas en el proceso del parto. Un estudio etológico sobre la primera hora después del parto entre los humanos es difícil porque los procesos fisiológicos se interrumpen de manera sistemática. No obstante, sería posible en circunstancias inusuales. Imaginad a una mujer que da a luz en su propio baño mientras su marido está de compras. Está en un sitio muy cálido y bastante oscuro. No se siente observada por nadie. No obstante, a través de una rendija de la puerta, de vez en cuando, se pueden vislumbrar imágenes de la escena. Combinando lo que hemos aprendido de diferentes historias como ésta, podremos describir un comportamiento estereotipado. Primero, la madre mira a su recién nacido que se halla entre sus piernas. Después de un rato, se atreve a tocarlo con las puntas de los dedos. Luego, cada vez se atreve un poco más y quiere coger a su bebé en brazos. En ese momento, la mayoría de las mujeres están fascinadas por los ojos del bebé.
Perspectiva 4: Primera hora y comienzo de la lactancia
Hasta hace muy poco no se consideraba la importancia de la primera hora posterior al nacimiento como el momento en el que se supone que comienza la lactancia. Imagínense a un bebé nacido en casa hace un siglo. El cordón se cortaba en seguida; luego, al bebé se le lavaba, vestía y se le enseñaba a la madre antes de ponerlo en una cuna.
Contaré una anécdota que nos ayude a darnos cuenta de lo reciente de esta perspectiva. En 1977, en Roma, en el congreso sobre Psicosomática, Ginecología y Obstetricia, presenté un documento sobre la expresión temprana del reflejo de succión. Simplemente estaba describiendo las condiciones ideales que permiten al bebé encontrar el pecho durante la primera hora después del parto. Ninguno de los obstetras y pediatras presentes en aquella sesión podían creer que un bebé humano sería capaz de encontrar el pecho, por sí mismo, durante la hora posterior al nacimiento.
Hoy día la mayoría de las comadronas saben que el bebé humano está programado de forma natural para encontrar el pecho por sí mismo en su primera hora de vida. Es más, uno puede entender que en condiciones fisiológicas, cuando el bebé recién nacido está listo para encontrar el pezón, la madre sigue en un equilibrio hormonal especial. Ella está todavía en otro planeta, muy instintiva. Sabe cómo coger a su bebé. En los humanos, la lactancia es básicamente instintiva durante la primera hora posterior al nacimiento. Después hay tiempo para la educación, imitación e incluso técnica.
Perspectiva 5: Primera hora y adaptación metabólica
Mientras el bebé está en el útero, los nutrientes y, en particular, el combustible vital, la glucosa, son suministrados a través del cordón umbilical de forma continua. Inmediatamente después del parto, el bebé se debe adaptar a un suministro discontinuo de alimentos. La extraordinaria capacidad del neonato para responder a los valores bastante bajos de la glucosa ha sido estudiada en profundidad por M. Cornblath en EE.UU. y por Jane Hawdon, Laura Derooy y Suzanne Colson en el Reino Unido (Del útero al mundo, (Suzanne Colson, Miwifery Today, nº 61, pág. 12)
Perspectiva 6: Punto de vista bacteriológico
Al nacer, un bebé está libre de gérmenes. Una hora más tarde, millones de ellos cubren las membranas mucosas del recién nacido. Nacer significa entrar en un mundo de microbios. La cuestión: ¿qué gérmenes van a ser los primeros en colonizar el cuerpo del bebé? Los bacteriólogos saben que los ganadores de la carrera van a ser los gobernantes del territorio. El entorno de gérmenes de la madre ya es familiar y amistoso desde la perspectiva del neonato porque madre y bebé comparten los mismos anticuerpos (IgG). En otras palabras, desde un punto de vista bacteriológico, el recién nacido humano necesita urgentemente estar en contacto con sólo una persona, su madre. Si añadimos que la ingestión temprana del calostro va a ayudar a establecer una flora intestinal ideal, no hay duda de que, bacteriológicamente, la hora posterior al parto es un período crítico con consecuencias para toda la vida. Nuestra flora intestinal se puede presentar como un aspecto de nuestra personalidad que no va a ser fácilmente modificable más tarde en la vida.
Perspectiva 7: Comienzo del proceso de termorregulación
Mientras que en el útero el bebé nunca tuvo la oportunidad de experimentar diferencias de temperatura (exceptuando posibles episodios de fiebre materna), una vez más, los primeros minutos posteriores al parto aparecen como una interrupción de la continuidad. Como los mecanismos de termorregulación no están todavía maduros al nacer, hay razones teóricas para estar preocupados por los casos de hipertermia materna durante el trabajo de parto que inducido por anestesia epidural o baño demasiado caliente. Estas situaciones podrían suponer un peligroso desafío para la termorregulación del bebé al existir diferencias exageradas de temperatura entre los entornos intra- y extrauterinos.
Perspectiva 8: Adaptación a la gravedad
Durante la primera hora se establece una nueva relación con la gravedad. De repente, el nervio vestibular que sirve al equilibrio lleva al cerebro un torrente sin precedentes de impulsos de los canales semicirculares, utrículas y sáculos.
Perspectiva 9: Enfoque etnológico
La etnología se ha consolidado como ciencia a través de publicaciones de bases de datos. Hoy en día todo el material sobre embarazo, nacimiento y los primeros días posteriores al parto se encuentra fácilmente disponible. La mayoría de las culturas alteran el primer contacto entre la madre y el bebé durante la primera hora siguiente al parto. El modo más universal e intrigante de hacerlo es simplemente fomentando la creencia de que el calostro está contaminado o es dañino para el bebé; incluso se piensa que se trata de una sustancia que hay que sacar y desechar. Esta idea requiere el hecho de que, inmediatamente después de nacer, el bebé no debe estar en los brazos de su madre, lo que implica rutinas tales como cortar el cordón umbilical en seguida. El primer contacto entre la madre y el bebé puede ser perturbado a través de otras muchas rutinas, como baño, masaje, envolver en pañales apretados, atar los pies, ´ahumarª al niño, agujerear las orejas de las niñas, abrir las puertas en los países fríos, etc. Necesitaríamos libros enteros para presentar un estudio exhaustivo de las características de un gran número de culturas en relación a cómo desafían el instinto maternal protector durante el sensible período posterior al parto. Sin embargo, después de echar un vistazo rápido a las informaciones que tenemos a nuestra disposición podemos sacar una conclusión sencilla: cuanto mayor sea la necesidad social de agresión y la capacidad para destruir la vida, más intrusivos son los rituales y las creencias sobre el período siguiente al parto. Si perturbar el primer contacto entre la madre y el bebé y promulgar excusas tales como la creencia de que el calostro es malo son prácticas tan universales, esto significa que dichas rutinas han supuesto alguna ventaja evolutiva. Después de tener en cuenta y combinar todas las perspectivas que indican la importancia de la hora posterior al parto, y tras hacer referencia a los rituales y creencias perinatales, estamos en la posición de afirmar que los entornos culturales se forman en gran medida durante la primera hora siguiente al nacimiento. Ahora podemos contemplar la primera hora después del parto en el contexto de nuestras sociedades modernas.
Perspectiva 10: Enfoque obstétrico
Todas estas consideraciones eran necesarias antes de analizar la hora posterior al parto en el contexto de nuestras sociedades modernas, en las que el control cultural de los nacimientos está en manos del control médico.
Analizando la literatura médica, parece que en los círculos obstétricos la pregunta es: ¿Cómo controlas la tal llamada tercera etapa?. Las revistas médicas publican periódicamente estudios aleatorios y controlados comparando los distintos modos de ´controlarª la tercera fase. El único objetivo es evaluar los riesgos de la hemorragia post-parto. Estos estudios están realizados en el contexto de grandes unidades obstétricas.
Todos los protocolos de investigación utilizan una definición negativa del ´control expectanteª (por ejemplo, la no utilización de sustancias uterotónicas y no pinzar el cordón umbilical). Los factores que pueden facilitar positivamente la liberación de la oxitocina no están incluidos en los protocolos médicos. Los resultados de tales pruebas han llevado a la práctica de inyectar rutinariamente sustancias oxitócicas a todas las madres justo en el momento del nacimiento, las cuales bloquean la liberación de las hormonas naturales sin presentar consecuencias. Los efectos de estas rutinas obstétricas se deben considerar en términos de civilización.
Perspectiva 11: Enfoque de las comadronas
Algunas comadronas pueden todavía practicar la auténtica partería, lo que no significa que no sean prisioneras de pautas y protocolos estrictos. Pueden desempeñar su papel de protectoras de los procesos fisiológicos. Inmediatamente después del nacimiento, la preocupación principal de estas matronas es la liberación por parte de la madre de una gran cantidad de oxitocina, porque es necesaria para la expulsión segura de la placenta y porque es la hormona del amor.
Primero se aseguran de que la habitación se encuentre suficientemente caliente. Durante la tercera etapa, las mujeres nunca se quejan de tener demasiado calor. Si están temblando esto significa que el sitio no tiene la temperatura adecuada. En el caso de un parto en casa, la única herramienta importante para preparar de antemano es una estufa portátil que se pueda enchufar en cualquier sitio y a cualquier hora y se pueda utilizar para calentar mantas y toallas. Su otro objetivo es asegurarse de que la madre no esté distraída de ninguna forma mientras está mirando los ojos del bebé y sintiendo el contacto con su piel.
Hay muchas formas de evitar que la madre se distraiga del bebé en esta fase. La madre se puede despistar porque se sienta observada o controlada, porque alguien esté hablando, porque el que atiende el parto quiera cortar el cordón antes de expulsar la placenta, porque el teléfono suene, porque se encienda de repente una luz, etc.
En esta fase, después de un parto en condiciones fisiológicas, la madre está todavía en un estado particular de consciencia, como en otro planeta. Su neocortex está todavía más o menos descansando. La contraseña debería ser: ¡No despierten a la madre!
Perspectiva 12: Matiz político
Tiene sentido y es normal el hecho de que el estudio de la tercera etapa del parto, desde perspectivas no médicas, haga a mucha gente –especialmente a los médicos– sentirse
incómoda. Cualquier acercamiento que pudiera conducirnos a reconsiderar nuestras actitudes durante este corto período de tiempo está quebrantando las mismas bases de nuestras culturas.
La investigación puede resultar políticamente incorrecta. Ésta incluye ciertos aspectos de la Investigación sobre Salud Primal, en especial estudios que exploran las consecuencias a largo plazo de cómo nacemos. Los resultados de tan importantes investigaciones sobre temas típicos (criminalidad juvenil, suicidio adolescente, drogadicción, anorexia nerviosa, autismo, etc.) son evitados por la comunidad médica y los medios de comunicación a pesar de su publicación en reconocidas revistas médicas o científicas. La investigación políticamente incorrecta conduce a la epidemiología a un callejón sin salida.
Dr. Michel Odent www.birthworks.org/primalhealth
Artículo publicado en español por la Revista Obstare nº 9


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The First Hour following Birth: "Don´t wake the mother!"

by Michel Odent. This article first appeared in Midwifery Today Issue 61. Spring 2002
The hour following birth is undoubtedly one of the most critical phases in the life of human beings. It is not by chance that all human groups have routinely disturbed the physiological processes in this short period of time, via beliefs and rituals. Our cultural milieus are to a great extent shaped at the very beginning of the mother-newborn interaction.
The first hour following birth may be looked at from a multitude of complementary perspectives. My objective is to catalogue 12 such perspectives to demonstrate the real dimension of this enormous subject.

Perspective 1: The sudden need to breathe

We do not need to develop this widely documented perspective. It is well understood that during the first hour following birth the baby must suddenly use its lungs. This implies, in particular, that the heart must urgently pump blood to the pulmonary circulation. The prerequisite is that the pulmonary and systemic circulations separate by closure of the connections between them (ductus arteriosus and foramen ovale).

Perspective 2: The behavioral effects of hormones

This perspective needs to be developed, so recent are the available data.
Today we are in a position to explain that all the different hormones released by mother and fetus during the first and second stages of labor are not yet eliminated during the hour following birth. All of them have a specific role to play in the mother-newborn interaction. Until recently the behavioral effects of these hormones had not even been suspected.
The key hormone involved in birth physiology is undoubtedly oxytocin. Its mechanical effects have been well known for a long time (effects on uterine contractions for the birth of the baby and the delivery of the placenta; effects on the contractions of the myo-epithelial cells of the breast for the milk ejection reflex). Prange and Pedersen demonstrated the behavioral effects of oxytocin for the first time in 1979 via experimentation with rats: An injection of oxytocin directly into the brain of virgin rats induced a maternal behavior. This experiment laid the foundation for a new generation of studies. The results of hundreds of such studies can be summarized in one or two sentences: Oxytocin is the typical altruistic hormone; it is involved whatever the facet of love one considers.
These data appear important when one knows that, according to Swedish studies, it is after the birth of the baby and before the delivery of the placenta that women have the capacity to reach the highest possible peak of oxytocin. As in any other circumstances (for example sexual intercourse or lactation) the release of oxytocin is highly dependent on environmental factors. It is easier if the place is very warm (so that the level of hormones of the adrenaline family is as low as possible). It is also easier if the mother has nothing else to do but look at the baby’s eyes and feel contact with the baby’s skin, without any distraction. The way oxytocin is released is a new avenue for research. To be effective, this release must be pulsatile: The higher the frequency of pulses, the more effective this hormone is.
Oxytocin is never released in isolation. It is always part of a complex hormonal balance. That is why love has so many facets. In the particular case of the hour following birth, in physiological conditions, the high peak of oxytocin is associated with a high level of prolactin, which is also known as the "motherhood hormone." This is the most typical situation for inducing love of babies. Oxytocin and prolactin complement each other. Furthermore, estrogens activate the oxytocin and prolactin receptors. We must always think in terms of hormonal balance.
It was also in 1979 that the maternal release of morphine-like hormones during labor and delivery was demonstrated. The release of these endorphins is now well documented. In the early 1980s we learned that the baby also releases its own endorphins in the birth process, and today there is no doubt that, for a certain time following birth, both mother and baby are impregnated with opiates. The property of opiates to induce states of dependency is well known, so it is easy to anticipate how the beginning of a "dependency"—or attachment—will likely develop.
Even hormones of the adrenaline family (often seen as hormones of aggression) have an obvious role to play in the interaction between mother and baby immediately after birth. During the very last contractions before birth the level of these hormones in the mother peaks. That is why, in physiological conditions, as soon as the "fetus ejection reflex" starts, women tend to be upright, full of energy, with a sudden need to grasp something or someone. They often need to drink a glass of water, just as a speaker may do in front of a large audience. One of the effects of such adrenaline release is that the mother is alert when the baby is born. Think of mammals in the wild, and we can more clearly understand how advantageous it is for the mother to have enough energy—and aggressiveness—to protect her newborn baby if need be. Aggressiveness is an aspect of maternal love. It is also well known that the baby has its own survival mechanisms during the last strong expulsive contractions and releases its own hormones of the adrenaline family. A rush of noradrenaline enables the fetus to adapt to the physiological oxygen deprivation specific to this stage of delivery. The visible effect of this hormonal release is that the baby is alert at birth, with eyes wide open and dilated pupils. Human mothers are fascinated and delighted by the gaze of their newborn babies. It is as if the baby was giving a signal, and it certainly seems that this human eye-to-eye contact is an important feature of the beginning of the mother and baby relationship among humans.
The highly complex role of hormones of the adrenaline-noradrenaline family in the interaction between mother and baby has not been studied for a long time. A small number of animal experiments open the way to further research. Mice that lack a gene responsible for the production of noradrenaline leave their pups scattered, unclean and unfed, unless they are injected with a noradrenaline-producing drug when giving birth.
From the hormonal perspective it appears clearly that sexuality comes full circle. In all the different episodes of our sexual life the same hormones are released and similar scenarios are reproduced. For example, during sexual intercourse, both partners—male and female—release oxytocin and endorphins. It is the beginning of an attachment that is following the same model as the mother-baby attachment during the hour following birth.
Our current knowledge of the behavioral effects of different hormones involved in the birth process helps us to interpret the concept of a sensitive period introduced by ethologists. It is clear that all the different hormones released by the mother and by the baby during labor and delivery are not eliminated immediately. It is also clear that all of them have a specific role to play in the later interactions between mother and baby.

Perspective 3: The perspective of ethologists

Ethologists observe the behaviors of animals and human beings. They often study one particular behavior in a number of unrelated species. They were the first scientists who claimed that, in terms of mother-newborn attachment among birds and mammals, there is a short yet crucial period immediately after birth that will never be repeated. Harlow studied in particular the process of attachment among primates.
The importance of the ethological approach is gradually emerging after the recent discovery of the behavioral effects of hormones involved in the birth process.
An ethological study of the first hour following birth among humans is difficult because the physiological processes are routinely disturbed. However, it is possible in unusual circumstances. Imagine a woman who gave birth in her own bathroom while her husband was shopping. She is in a very warm and quite dark place. She does not feel observed at all. However, from the crack of the door you can catch a glimpse of the scene now and then. By combining what you learned from different stories like that, you’ll be in a position to describe a stereotyped behavior. First, the mother looks at her newborn baby between her legs. After a while she dares to touch her with her fingertips. Then she becomes more and more audacious and wants to hold her baby in her arms. At that time most women are as if fascinated by the baby’s eyes.

Perspective 4: The first hour as the beginning of lactation

There was a time, not so long ago, when we wouldn’t have considered the first hour following birth as the time when lactation is supposed to start. Imagine a baby born at home a century ago. The cord was cut right away. Then the baby was washed, dressed and shown to the mother before being put in a crib. An anecdote can help us realize how recent this perspective is. In 1977, in Rome, at the Congress of Psychosomatic, Gynaecology and Obstetrics, I presented a paper about the early expression of the rooting reflex. I was simply describing the ideal conditions that allow the baby to find the breast during the first hour following birth. None of the obstetricians and pediatricians present at that session could believe that a human baby would be able to find the breast during the hour following birth.
Today most midwives know that the human baby is naturally programmed to find the breast during the hour following birth. Moreover, one can understand that, in physiological conditions, when the newborn baby is ready to find the breast, the mother is still in a particular hormonal balance. She is still "on another planet." She is still very instinctive. She knows how to hold her baby. Among humans, breastfeeding is potentially instinctive—during the hour following birth. After that there is room for education, imitation and even technique.

Perspective 5: First hour and metabolic adaptation

As long as the baby is in the womb the nutrients, particularly the vital fuel glucose, are provided in a continuous mode via the cord. Immediately after birth the baby must adapt to a discontinuous supply. The remarkable ability of the neonate to respond to significantly low glucose value has been studied in depth by M. Cornblath in the United States, and by Jane Hawdon, Laura Derooy and Suzanne Colson (see Suzanne's article "Womb to World," Midwifery Today Issue 61, page 12) in the United Kingdom.

Perspective 6: The bacteriological point of view

At birth, a baby is germ-free. An hour later there are millions of germs covering her mucous membranes. To be born is to enter the world of microbes. The question is, which germs will be the first to colonize the baby’s body? Bacteriologists know that the winners of the race will be the rulers of the territory. The germ environment of the mother is already familiar and friendly from the perspective of the newborn because mother and baby share the same antibodies (IgG). In other words, from a bacteriological point of view, the newborn human baby urgently needs to be in contact with only one person—her mother. If we add that early consumption of colostrum will help establish an ideal gut flora, there is no doubt that, from a bacteriological point of view, the hour following birth is a critical period with lifelong consequences. Our gut flora can be presented as an aspect of our personality that cannot be easily modified later on in life.

Perspective 7: Starting up the process of thermoregulation

While in the womb the baby never had any opportunity to experience differences in temperature (apart from possible episodes of maternal fever). Once more, the first minutes following birth appear as an interruption of continuity. As the mechanisms of thermoregulation are not yet mature at birth there are theoretical reasons to be worried about the cases of maternal hyperthermia during labor that are induced by an epidural anesthesia or a too hot bath. Such situations might challenge in a dangerous way the thermoregulation of the baby by exaggerating the differences of temperature between the intra- and the extra-uterine environments.

Perspective 8: Adaptation to gravity

During the first hour a new relationship to gravity is established. Suddenly the vestibular nerve, which serves equilibrium, is carrying to the brain an unprecedented flood of impulses from the semicircular canals, utricles and saccules.

Perspective 9: The ethnological approach

Ethnology has established itself as a science by publishing databases. Today its material on pregnancy, childbirth and the first days following birth is easily accessed.
Most cultures disturb the first contact between mother and baby during the hour following birth. The most universal and intriguing way is simply to promote a belief, such as the belief that colostrum is tainted or harmful to the baby, even a substance to be expressed and discarded. Such a belief necessitates that, immediately after birth, the baby must not be in her mother’s arms. This implies rituals such as the ritual of cutting the cord immediately. The first contact between mother and baby can be disturbed through many other rituals: bathing, rubbing, tight swaddling, foot binding, "smoking" the baby, piercing the ears of the little girls, opening the doors in cold countries, etc.
It would take volumes to present a comprehensive study of the characteristics of a great number of cultures in relation to how they challenge the maternal protective instinct during the sensitive period following birth. However a simple conclusion can be drawn from a rapid overview of the data we have at our disposal: The greater the social need for aggression and an ability to destroy life, the more intrusive the rituals and beliefs are in the period surrounding birth.
If disturbing the first contact between mother and baby and promulgating such excuses as the belief that colostrum is bad are so universal, it means that these behaviors have carried evolutionary advantages.
After taking into account and combining all the perspectives that indicate the importance of the hour following birth, and after referring to perinatal rituals and beliefs, we are in a position to claim that the cultural milieus are to a great extent shaped during the hour following birth. Now we can consider the hour following birth in the context of our modern societies.

Perspective 10: The obstetrical approach

All these considerations were necessary before looking at the hour following birth in the context of our modern societies. In our societies the cultural control of childbirth is mostly a medical control.
From medical literature and textbooks it appears that, in obstetrical circles, the question is: "How do you manage the so-called third stage?" Medical journals periodically publish prospective randomized, controlled studies comparing different ways to "manage" the third stage. The only objective is to evaluate the risks of postpartum hemorrhage. These studies are conducted in the context of large obstetrical units. All research protocols use a negative definition of "expectant management" (e.g., no use of uterotonic drugs and no clamping of the cord). The factors that can positively facilitate the release of oxytocin are not included in the protocols. The results of such trials have led to the practice of routinely injecting oxytocic substances into all mothers at the very time of the birth of the baby. Such substances block the release of the natural hormone; furthermore they have no behavioral effects. The effects of these obstetrical routines must be considered in terms of civilization.

Perspective 11: The midwifery approach

Certain midwives can still practice authentic midwifery. This means they are not prisoners of strict guidelines and protocols. They can play their role of protectors of the physiological processes. Immediately after the birth of the baby the main preoccupation of such midwives is the release by the mother of a high peak of oxytocin because it is necessary for safe delivery of the placenta and is the hormone of love.
They first make sure the room is warm enough. During the third stage women never complain that it is too hot. If they are shivering, it means the place is not warm enough. In the case of a homebirth, the only important tool to prepare is a transportable heater that can be plugged in any place and at any time and can be used to warm blankets or towels. Their other goal is to make sure the mother is not distracted at all while looking at the baby’s eyes and feeling contact with the baby’s skin. There are countless avoidable ways of distracting mother and baby at that stage. The mother can be distracted because she feels observed or guided, because somebody is talking, because the birth attendant wants to cut the cord before the delivery of the placenta, because the telephone rings, or because a light is suddenly switched on, etc. At that stage, after a birth in physiological conditions, the mother is still in a particular state of consciousness, as if "on another planet." Her neocortex is still more or less at rest. The watchword should be, "Don’t wake up the mother!"

Perspective 12: A Political Note

It makes sense that studying the third stage of labor from a non-medical perspective makes many people—particularly doctors—feel uncomfortable. Any approval that might lead us to reconsider our attitudes during this short period of time is shaking the very foundations of our cultures. Research can be politically incorrect. Politically incorrect research includes certain aspects of "primal health research," particularly studies exploring the long-term consequences of how we are born. The medical community and the media shun the findings of these important studies—on such topical issues as juvenile criminality, teenager suicide, drug addiction, anorexia nervosa, autism, etc.—despite their publication in authoritative medical or scientific journals.
Michel Odent, MD founded the Primal Health Research Centre in London and developed the maternity unit in Pithiviers, France, where birthing pools are used. He is the author of ten books published in twenty languages. Two of them—Birth Reborn and The Nature of Birth and Breastfeeding—were published originally in the United States. His most recent book is The Farmer and the Obstetrician.

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