Una muerte sin sentido...los riesgos de repetir cesáreas/ A senseless Death... risks of repeated C-sections


Artículo original de Birth Sense: http://http://www.themidwifenextdoor.com/?p=1273
Traducido por Dulce Lopez





En el número de Noviembre de 2010 de “La paciente Femenina, el Dr. Steven Clark escribió acerca de una trágica muerte de una madre que nunca debió haber ocurrido.

Una mujer de 36 años de edad, a punto de tener a su cuarto bebé fue ingresada en el hospital para una cesárea consecutiva. Su primera cesárea había sido por un bebé de nalgas, y su segunda y tercera cesárea fueron simplemente "rutina". Ella había tenido un embarazo normal. Su ecografía de rutina en la mitad del embarazo había mostrado una placenta de implantación baja posterior, lo que significa que la placenta se encontraba en la parte inferior del útero, hacia la parte posterior de la madre.

La mujer recibió una anestesia epidural, y su operación transcurrió bien hasta que el médico llegó al útero y advirtió que había algunas venas visiblemente grandes y distendidas, lo cual le pareció muy raro. Entonces prosiguió con la incision transversal en la parte baja del útero y parcialmente a través de una placenta que no fue posterior, sino que estaba directamente debajo y al lado de la incisión. Sacó al bebé fácilmente. Fue entonces cuando se dio cuenta de un sangrado abundante.

En este momento, el procedimiento normal sería la de expulsar la placenta lo más rápido posible y comenzar a cerrar la incisión uterina para ayudar a detener el sangrado. Sin embargo, fue difícil sacar la placenta y empezó a salir en pedazos, ya que se había adherido a lo largo del sitio de la cicatriz antigua. Como el médico continuó tratando de eliminar los restos de placenta, el sangrado continúo sin control, y el anestesiólogo notificó al médico que la presión arterial estaba cayendo. El médico pidió entonces los instrumentos para realizar una histerectomía, y mientras el paquete de instrumentos se abría, el anestesista informó que la mujer no tenía presión arterial ni pulso, e iniciaron los intentos de reanimación. Aunque tuvo transfusión de sangre y la histerectomía se llevó a cabo mientras se realizaban los intentos de reanimación, el personal de sala de operaciones no tuvo éxito, y la mujer fue declarada muerta.
Sólo puedo imaginar el horror y el dolor del padre que estaba sentado al lado de su esposa, mientras que las cosas comenzaron a ir cuesta abajo, y luego fue escoltado rápidamente de la sala de operaciones, sólo para decirle más tarde que su esposa había muerto.
El Dr. Clark analiza los errores críticos en este caso, incluyendo el asumir que debido a que la placenta se encontraba hacia la parte posterior del útero cuando se vio en la ecografía de 20 semanas, no había riesgo de acretismo. El Dr. Clark explica que un Ultrasonido de 20 semanas no puede precisar exactamente la posición de la placenta o predecir cuánto habrá de crecer y si la cicatriz uterina estará involucrada. Otros errores se produjeron durante la cirugía en sí.

Pero ¿Cuál es el principal tema aquí? Se trata de una mujer que tuvo un parto por cesárea potencialmente innecesaria para su primer bebé, porque el bebé venía de nalgas. En los Estados Unidos hoy, casi todos los partos de nalgas ocurren quirúrgicamente. A pesar de la evidencia que indica que los partos de nalgas seleccionados de forma segura pueden ocurrir por vía vaginal, a la mayoría de las mujeres ni siquiera se les da la opción de un parto vaginal.

El siguiente problema es que después de su nacimiento por cesárea en primer lugar, hubo dos cesáreas 'de rutina'. A pesar de pruebas claras de que cada parto por cesárea aumenta el riesgo posterior de acretismo placentario, los médicos y los hospitales continúan poniendo obstáculos en el camino de las mujeres que buscan tener un parto vaginal después de una cesárea (PVDC). A pesar de una declaración de consenso del NIH(National Institutes of Health) y la posición del ACOG (American Congress of Obstetricians and Gynecologist) presionando para que se hagan los cambios que permitan que los PVDC sean más accesibles para las mujeres, la realidad es que esto no está ocurriendo en la mayoría de lugares. Las mujeres siguen siendo obligadas a hacer la elección entre aceptar otra cesárea de rutina o viajar largas distancias y gastar grandes sumas de dinero para tener el nacimiento que ellas elijen. Al mismo tiempo, la tasa de mortalidad materna está aumentando, y el CDC (Centers for Disease Control and prevention) reconoce que el dramático aumento de cesáreas es parte de la culpa. ¹

Lo único que detendrá esta locura es que las mujeres se pongan de pie y se nieguen a ser obligadas a parir en la máquina de nacimientos de América. Todas las mujeres, independientemente de dónde y cómo hayan elegido dar a luz, tienen que hablar y ser la voz de las mujeres que están muriendo innecesariamente de cirugías innecesarias.

1.  Ob.Gyn.News, Policy and Practice.  Mortality Trends Diverge.  November 2010.  Retrieved 11/16/10 from:  http://download.journals.elsevierhealth.com/pdfs/journals/0029-7437/PIIS0029743710704092.pdf




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A Senseless Death
Filed under Birth Complications, Birth Interventions, Birth Issues, Cesarean Birth, Modern OB Care, Vaginal Birth After Cesarean (VBAC) 30 comments
In the November 2010 issue of The Female Patient, Dr. Steven Clark wrote about a tragic maternal death that should never have happened.

A 36 year old woman having her fourth baby was admitted to the hospital for a repeat cesarean section.  Her first cesarean had been for a breech baby, and her second and third c-sections were simply “routine”.  She had experienced a normal pregnancy.  Her routine mid-pregnancy ultrasound had shown a low-lying posterior placenta, meaning that the placenta was in the lower part of the uterus, toward the mother’s back.

The woman received a spinal anesthetic, and her surgery was uneventful until the physician had reached the uterus and noted that there were some unusually large, distended veins visible.  He made the normal low transverse incision into the uterus and partially through a placenta that was not posterior, but instead was directly under and to the side of the incision.  He delivered the baby easily.  It was then that he noticed heavy bleeding.

At this time, the normal procedure would be to deliver the placenta as quickly as possible and begin to close the uterine incision to help stop the bleeding.  However, the placenta was difficult to deliver and began to come out in pieces, as it had grown into the uterus along the old scar site.  As the physician continued to try to remove placental pieces, the heavy bleeding continued uncontrolled, and the anesthesiologist notified the doctor that the blood pressure was falling.  The physician called for instruments to perform a hysterectomy, but as the instrument pack was being opened, the anesthesiologist reported the woman had no blood pressure and no pulse, and resuscitation attempts were begun.  Although blood was transfused and a hysterectomy performed during the resuscitation attempts, the operating room personnel were unsuccessful, and the woman was declared dead.  I can only imagine the horror and grief of the father who sat by his wife’s side while things began to go downhill, and then was escorted quickly from the operating room, only to be told later that his wife had died.

Dr. Clark discusses critical errors in this case, including the assumption that  because the placenta was toward the back side of the uterus (posterior) when viewed on the 20-week ultrasound, there was no risk of accreta.  Dr. Clark explains that a 20-week ultrsound cannot precisely locate a placenta or predict the amount of growth and whether the uterine scar will be involved.  Other errors occurred during the surgery itself.

But what about the bigger picture here?  This is a woman who had a potentially unnecessary cesarean birth for her first baby, because the baby was breech.  In the United States today, nearly all breech births occur surgically.  Despite evidence indicating that selected breech births can safely occur vaginally, most women are not even given an option of vaginal delivery.

The next problem is that after her first cesarean birth, she had two more ‘routine’ cesarean deliveries.  Despite clear evidence that each subsequent cesarean birth increases the risk for placenta accreta, physicians and hospitals continue to place obstacles in the way of women who seek to have a vaginal birth after cesarean (VBAC).  Despite an NIH consensus statement and ACOG position statement urging changes that will make VBAC more accessible for women, the reality is that this is not happening in most places.  Women are still being forced to make the choice between accepting another routine c-section or traveling long distances and spending large sums of money in order to birth the way they choose.  All the while, the maternal mortality rate is rising, and the CDC acknowledges that the dramatic increase in c-sections is partially to blame.¹

The only thing that will stop this madness is for women to stand up and refuse to be forced into the American birthing machine.  Every woman, regardless of where and how you have chosen to give birth, needs to speak up and be a voice for the women who are dying needlessly from unnecessary surgeries.

1.  Ob.Gyn.News, Policy and Practice.  Mortality Trends Diverge.  November 2010.  Retrieved 11/16/10 from:  http://download.journals.elsevierhealth.com/pdfs/journals/0029-7437/PIIS0029743710704092.pdf

Comments

Anonymous said…
wow.....that is so sad...and scary because right now im pregnant with my 5th baby so its going to be my 5th c section...

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